24 noviembre, 2011

Un “Cuervo” con un vuelo interminable.


Toda esta historia se genera a través de un correo electrónico. En él se informaba que desde el Ministerio de Cultura se iba a crear un nuevo programa radial que se especializaría en la conmemoración del Año Rufino José Cuervo. Pedían la recomendación de un estudiante o un profesor de la Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional. Por esos momentos estaba en el proceso de mi tesis, una novela, y mi tutor era el escritor paisa Juan Diego Mejía. Él de manera muy amable me recomendó. Entre mis funciones estaba escribir 17 libretos, 34 píldoras y realizar entrevistas con sus respectivos testimonios.
Recuerdo que al inicio envié unas pruebas con textos muy cortos. Después tuve la oportunidad de comunicarme telefónicamente con la persona encargada del proyecto y a los días nos conocimos en su oficina. Confieso que tuve que tener mucha paciencia. Porque aunque en el correo decía que el proyecto iniciaba en el mes de junio fue hasta septiembre que empecé a ver luz verde. Durante ese tiempo me sumergí en la biblioteca de la Universidad Nacional a investigar, porque debo confesar que mis conocimientos acerca del tema eran incipientes.
El primer reto fue realizar un programa piloto en tiempo record. Para ello ya había creado una estructura del programa que debía durar alrededor de  veinticinco minutos al aire. Allí había escrito algunas propuestas para las secciones del programa en las que algunas se cambiaron  y otras se complementaron con comentarios de Jenny Alexandra Rodríguez, asistente de la Oficina del Libro y la cabeza del proyecto. Fue en ese primer programa que conocí a Héctor Delgado, un joven con una característica especial, su cabello es muy similar al del pibe Valderrama, sólo que desprovisto del incandescente color del astro del balompié. Él tendría la responsabilidad de encargarse de la fase digital del proyecto al promocionarlo por el Faceboook, el Twitter y los chats, pero por casualidades de la vida, también se ofreció a ser la voz masculina del proyecto.
Meses después, al salir de un Coloquio en el Gimnasio Moderno, me enteré que al equipo iba a ingresar un nuevo integrante. Se trataba de la persona que iba a armar todo para que con la magia de la música, los efectos de sonido le daría vida a lo que después iba a denominarse Palabra de Cuervo. Su nombre Víctor Ogliastri, un hombre de mediana estatura, contextura delgada y acentuada calvicie. Los cuatro: Jenny, Héctor, Víctor y yo nos reunimos un viernes en la mañana en el Ministerio de Cultura para aterrizar el proyecto e iniciar con el trabajo de campo. ( Continuará)

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