22 diciembre, 2009

La experiencia “Avatar”


Desde el año pasado cuando compré la película de “Batman el Caballero de la Noche” escuché el término IMAX. Es más, buscando en el menú me encontré con algunas imágenes con ese formato.

Desde ese momento quedé muy inquieto por experimentar esa nueva manera de apreciar el cine. Y sólo fue hasta un año después, cuando ingresé a una de estas salas en la ciudad de Bogotá, que pude hacerlo. La película que decidí ver fue “Avatar” del reconocido James Cameron. Además de verla en IMAX, la vería también 3D. Para qué pedir más.

Las sillas son muy cómodas, las gafas tan amplias que al observar a los demás espectadores parecían un grupo de moscas. Las primeras imágenes me dejaron muy impactado, lo suficiente al menos para sentirme como si fuera parte del set.

“Avatar” cuenta la historia de Jake Sully, un ex combatiente que quedó atrapado en su silla de ruedas. A pesar de ello y por su espíritu guerrero es convocado para una misión especial.

Su objetivo es viajar al futuro a través de los “Avatar”, un programa en donde controladores humanos tienen sus conciencias conectadas a un cuerpo biológico controlado remotamente. Estos avatares son híbridos genéticamente manipulados de tal forma que se mezcla adn humano con adn de una raza de nativos del planeta Pandora conocida como los Na´vi. Los habitantes de este mágico mundo son seres muy altos con de piel azul y una lengua y cultura propias.

Cuando Jake toma la forma de Avatar recupera el movimiento de sus piernas. Desde ese instante su principal propósito consiste en infiltrarse entre los Na´vi porque se han convertido en un obstáculo para extraer un precioso mineral que es la clave para solucionar la crisis de energía en la Tierra.

En medio las muchas escenas de acción y aventura hay, además, una historia de amor. De alguna forma esta película me remontó a nuestra historia; a esos indígenas a quienes usurparon su cultura los conquistadores.

Una impecable sonorización y manejo de los efectos especiales; la narrativa es trepidante y la película termina siendo una excelente propuesta para divertirse en esta época de vacaciones.

11 diciembre, 2009

EJÉRCITOS


Si tuviera que decir un aporte de la novela LOS EJÉRCITOS de Evelio Rosero, diría que el premio TUSQUETS es bien merecido. Este autor bogotano tiene la majestuosidad de involucrar al lector en una historia que refleja la violencia rural que ha golpeado a Colombia desde hace varios años. El pueblo San José es el territorio que él toma como epicentro para ir transformando de una manera majestuosa un ambiente sosegado en un completo infierno.

El lenguaje es depurado, igual que la técnica. Sus personajes están tan bien construidos que el lector se siente identificado con cada uno de ellos, por ejemplo Ismael, el protagonista de la novela, es un profesor jubilado que vive junto a su esposa Otilia desde hace cuatro decenios en esa población. Su mayor afición es utilizar el pretexto de subirse a una escalera a recoger naranjas para observar a su vecina, una esbelta mujer llamada Geraldina quien tiene la costumbre de asolearse completamente desnuda en su terraza. Este personaje es quien nos narra la historia, desde la perspectiva del hombre que conoce a cada uno de los habitantes de San José y que nos lleva de la mano para describir como un pueblo apacible se va transformando en un escenario de desapariciones, enfrentamientos entre bandos armados y la zozobra que ocasiona uno de los fenómenos más frecuentes en nuestra cultura: Los desplazados.

Aunque se nos tacha que a raíz de tanta violencia los colombianos nos volvemos insensibles, me arriesgo a decir que después de terminar este libro uno ya no es el mismo. Y que la dura situación que vive el país se te inyecta hasta los tuétanos. Gracias a ello sigo pensando que la mejor manera de hablar de la realidad es a través de la ficción y sobre todo desde la figura del arte.