25 abril, 2014

El diablo no existe, pero la culpa es el peor enemigo del hombre.


Su nombre es Diego, pero en Capurganá  lo conocen  como “El Gato Volador”. De complexión recia, seco de carnes y enjuto de  rostro, se asemeja más  a un pirata que un  hidalgo que cabalga  en su rocín, aunque sus ideas  en ocasiones parezcan quijotescas. 
Tiene la magia del  encantador de  serpientes. Le gusta realizar varias  actividades a la vez y mientras  funge como mesero en un restaurante le explica a un turista extranjero como las  mujeres hablan el portugués.   Con un ademán exagerado y a todo pulmón pronuncia: “ Eu quero una Coca- Cola estúpidamente gelada”. Al final retumba una carcajada y concluye que le fascina ese idioma porque las mujeres lo hablan cantando y bailando al mismo tiempo.
De madre francesa y padre colombiano de origen español este trashumante es un ícono de  la hibridación cultural. Aprendió  a hablar inglés en  el British Council  de Bogotá por el simple capricho de conquistar mujeres debido a que despreciaba esa lengua por la influencia de su madre que le había enseñado que los americanos habían invadido a Francia en la Segunda  Guerra Mundial.
Después de  vivir un tiempo en París, decidió regresar a Bogotá en busca  de una novia, pero no la encontró, al tiempo se enteró que se había  radicado en Quito, Ecuador.  Así que tomó un vuelo y en el primer taxi que halló se dedicó a buscarla por toda la ciudad hasta que  dio con su paradero. El idilio sólo les duró cuatro días, así  que a su regreso a la  capital se topó en un callejón con un aviso de Capurganá en una agencia  de viajes. Decidió tomar rumbo hacia esa región y fue tanto su amor por esta tierra paradisíaca que de los ocho días que pensaba quedarse se transformaron en ocho años.
Entre su itinerario en la región está limpiar las  calles del puerto, ofrecer la diversidad gastronómica a los turistas entre las que se destaca,  la arepa de huevo, la  carimañola y la butifarra o como guía por las diferentes rutas tanto selváticas, montañosas como marítimas del sector.

Se considera un blanco con alma  de negro. Mientras enseña su mirada perdida hacia el firmamento evoca una anécdota: “ Mi primera  novia era  negra de ojos  verdes, me acuerdo  que mi padre, que  era un  poco  racista, me dijo que si me casaba con ella me deseredaba así que tuve la oportunidad de invitarla a  una  finca  en unas  vacaciones y a los  tres días,  cuando  volví de  darle  vuelta  al ganado, encontré  que  mi padre estaba muy  tranquilo con mi  novia y dijo que nos casáramos. Sin embargo ese hecho  nunca sucedió  pero ver  ese cambio en él fue increíble.  Y esa es una de las razones por la que la  raza negra me atrae”.
Su trasegar por el planeta lo ha complementado con lectura. Uno de  los libros que desde temprana edad le llamó la atención fue “El libro de la Selva “ de Kipling.  Posteriormente lo impresionó “ El Principito” y en una temporada que se desempeñó como profesor en la isla de  San Andrés se enamoró de Juan Salvador Gaviota. Después no volvió a coger un libro hasta que se encontró con un texto revelador denominado “ Conversaciones con Dios” de Nale Donald Walsh. Fue tanta su devoción por este material que lo considera La Biblia del  siglo XXI.
Aunque no profesa ninguna religión tiene claro  su concepto de espiritualidad, interrumpe unos minutos  para servir un tinto a un cliente  y a su regreso descarga un discurso  que  podría aparecer  en un manual para la vida: “Dios siempre será  su  amigo y no tenemos que tener una imagen de él  como un  viejo de  barba  y regañón buscando como juzgarlo a uno para  un  juicio  final  que no existe porque  la vida no se  podrá terminar  y  por eso  Dios  está  en todas  partes   y en  toda parte  del mundo  y  el universo. Por qué , porque es la  vida.  Lo único que le interesa a él es que todo el mundo haga, que sirva para algo que sea bueno con  su  prójimo y no le  preocupe ni el bien ni el mal  esa es la perspectiva de  ver los  momentos que  tienen frente  con  la  vida. Cuando algo no  sale   bien  simplemente  es la oportunidad para crecer y para ganar  y la  verdad uno nunca  pierde ni  gana porque siempre  el perder  es ganar, uno  aprende  al  perder, porque cuando a uno le sale todo bien uno dice ah no  soy el  rey, pero cuando le  sale mal  ¡Ay! Por qué  a mí o esto o lo otro… No ahondemos  nunca en lo negativo ni  en la oscuridad.  Siempre  busquemos lo  positivo y la luz.  En lo más  malo, en el  momento más  oscuro siempre  hay algo de  perfección  y Dios te ama, tal y como  eres, así te hizo y la  única idea  es que todos seamos cada vez mejores hasta llegar a ser magníficos y así ser luz en el planeta y ser luz para todos y al mismo  tiempo que todos aprendamos a ser maestros en esta vida”.

Toma un respiro y remata  con estas palabras como balas de una metralleta: “Que habrá un juicio final, un padre amoroso que  va a juzgar  a un hijo, para qué y qué sentido tendría, ese es un  Dios inventado por el  hombre para  manipular al hombre con una  palabra horrible  que  se llama  la  culpa. El diablo no existe, pero la culpa es el peor enemigo del  hombre”.
Me pide disculpas por tenerse que retirar. No sin antes confesarme que en este lugar se ha re encontrado, pero que por  momentos  también ha perdido su  norte. Tras un “ Ciao bambino” en un italiano fluído veo como se aleja esa figura escuálida en búsqueda de su futura Dulcinea, mientras yo , como buen Sancho parafraseo en mi mente la  frase: “perderse también es caminar”.




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