23 agosto, 2012

NOSTALGIA.


Ayer cumplí treinta y nueve años. Y sí la fecha del cumpleaños se supone que es especial y aunque uno se hace al ambiente, en los momentos de quietud siempre vendrán los recuerdos de momentos felices en los que compartiste con personas maravillosas y que en la actualidad no están a tu lado. Jamás olvidaré esa reunión con máscaras de mis super héroes favoritos. El regalo de esa figura del momento y del esfuerzo que tuvo que hacer esa persona para conseguirlo. De la gorreada de los asistentes a una torta sencilla con un vaso de gaseosa. Del desfile de compañeros tocando la puerta  de mi habitación para desearme un:" Feliz Pumpeñaño".  A todos los extrañé. 

Sin embargo no puedo ser desagradecido debido a que ayer mi madre me confirmó que siempre será la persona más especial en mi vida, por encima de cualquiera. También descubrí que no tengo muchos amigos, pero que los contados con los dedos de la mano, valen oro. 

Hace pocos días leí un artículo en el periódico en el que se informaba que en Bután se estableció el concepto de Felicidad Interior Bruta. Esta manera de ver la vida se tomó en relación con la filosofía budista que persigue intensificar el bienestar humano a partir de ciertos derechos y parámetros sociales que consiste en no interesarse  tanto por  los bienes materiales para encontrar la felicidad.

Infortunadamente vivimos en una sociedad que nos está bombardeando por todos los flancos diciéndonos que somos importantes por lo que tenemos y no por  nuestros valores.  Ya lo decía Fito Páez en su memorable canción  Al lado del camino:  " En tiempos en donde nadie escucha a nadie, en tiempos en donde todos contra todos, en tiempos de egoístas y mezquinos, en tiempo en donde siempre estamos solos, habrá que declararse incompetente en todas las materias del mercado, habrá que declararse un inocente o habrá que ser abyecto o desalmado...

Yo la verdad le huyo  a las etiquetas. En ocasiones siento que soy tan cruel como lo fue Hitler, pero en otras se me pone el corazón como gelatina de sólo evocar personas o situaciones. Pero de qué si soy feliz sin el dinero, creo que no y sé que debo trabajar por desintoxicarme de esa tendencia que nos hace cada vez más infelices. Buscamos afuera lo que debemos encontrar adentro. 

Hoy es un día después de  mi cumpleaños y la única certeza que me queda es que el reloj está marcando el tiempo en retroceso para llegar  a la cita en que todos los seres , sin excepción, tenemos que llegar: a la muerte. 

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