17 julio, 2007

En busca de la felicidad. Un aliento para levantarse cada mañana

Es preferible ver esta película una sola vez , que miles de programas de un tal Jorge Duque Linares, para percatarse que la vida, como diría Fito Páez, es "Sólo una Cuestión de Actitud". Y es que al ver como a Chris Gardner ( Will Smith), un padre de familia que lucha por sobrevivir en una 'selva de cemento', realizando los mayores esfuerzos por sacar a delante a su hijo de cinco años y a su esposa, a raíz que todo se le derrumba de un momento a otro consecuencia de la crisis económica.
Después de que su mujer lo abandona por no confiar en él, Gardner decide tener el coraje de hacer de padre y madre, obligado a dormir en estaciones de trenes, cuartos de baño público y centros de acogida, acompañado del pequeño que a diferencia de su madre confía plenamente en las capacidades de su progenitor. A pesar de las dificultades Chris logra derribar cada obstáculo que la vida le instala en su camino. Hasta lograr el sueño de convertirse en un corredor de bolsa.
En esta película hay muchas escenas acogedoras, una de ellas es el instante en que el padre utiliza su imaginación para mostrarle a su hijo que el ambiente hostil de la realidad muchas veces se puede cambiar mediante el juego y es allí donde los dos cavernícolas se sumerjen en las cavidades de un baño público emulando una cueva como defensa de los tiranosaurios. Lo enternecedor es como Gardner acomete con uno de sus pies protegiendo el sueño de su 'cachorro', atajando la puerta para que ningún husmeador ingrese a la improvisada alcoba, al tiempo en que una lágrima sale de sus encharcados ojos.
Otra es cuando se le cae al niño su más fiel acompañante, un Capitán América, en la cual me sentí como si hubieran separado a Calvin de Hobbes. Pero sin duda alguna la que uno siente un nudo en la garganta es en el instante en que a Chris le dan la gran noticia de ser aceptado como ganador de la competencia. Ellos, (sus entrenadores y futuros jefes), lo ven como algo cotidiano. Mientras él no puede aguantar sus enormes ganas de llorar al saber que todos sus esfuerzos no fueron en vano.

Para algunos esta historia sencilla dirigida por Gabriele Muccino, puede sonar cursi. Sin embargo sirve para tomar aliento al levantarse cada mañana. O por lo menos para cuestionarnos sobre que estamos haciendo por nuestros sueños y por nuestra vida.








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