24 octubre, 2012

ME LLAMO MORRIS EN ITAGÜÍ.


Ese jueves de mediados de Octubre amaneció lluvioso. Las nubes con su color gris perla amenazaban con tormenta. En realidad era una advertencia de lo que se venía. El trayecto desde la terminal hasta el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón estuvo amenizado por gotas de lluvia generando una musicalidad arrulladora. Después de hacer el respectivo checking me dispuse a esperar. Mientras los minutos corrían , mi ansiedad por ingresar al avión aumentaba.

A eso de las ocho de la mañana ya estaba en el aeropuerto  José María Córdova del Municipio de Rionegro. Llame´a Yaison Medina, un gran amigo que conocí en Bogotá, para que me recogiera en Medellín. Nos encontramos en el Centro Comercial San Diego y al vernos nos dimos un abrazo fraternal.

De allí salimos a La Universidad de Antioquia para luego partir hacia  el barrio San Gabriel en Itagüí. Esa noche me instalé en la casa de mi amigo.  Conocí a varios de los integrantes de su numerosa familia y también a uno de los gestores de las tertulias literarias: Fernando Diossa.  Lo  conocí en un lugar del Valle de Aburrá , de cuyo nombre quiero acordarme. Frisaba la edad de los cuarenta años: de complexión recia, seco de carnes y enjuto de rostro. Gran madrugador y amigo de recoger boñiga. 

Gracias a él, y bueno a un grupo de personas que trabaja hombro a hombro a su lado, fue que pude disfrutar de uno de los momentos más emocionantes de mi vida: Leer en voz alta mi novela " ME LLAMO MORRIS". 

La reunión se dio a la mañana siguiente. Pedro, el hermano de Fernando y profesor de ética de la institución educativa Diego Echavarría Misas, convocó a algunos estudiantes de diferentes grados de bachillerato para  que  escucharan mi intervención. El encargado de presentarme fue el mismo Fercho. De inmediato mi voz se acopló a la del personaje para  enunciar la primera frase: 

Me llamo Morris tengo treinta y seis años y soy un gordo que pesa ciento veinte kilos..."  

Al finalizar algunos jóvenes que oscilaban entre los  catorce a quince años comenzaron a preguntar. Entre sus inquietudes estaba si la novela era autobiográfica o que cuanto tiempo me llevó escribirla. Sin embargo lo que más me llamó la atención fue la identificación que tuvieron los muchachos con el personaje. 

Salí conmovido al ver como unos se me acercaron a  preguntar mi correo. Después , digno de Morris, me fui a celebrar con un festín: Bandeja Paisa.




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