" Lo importante no es llegar, lo importante es el camino..." Así expresa Fito Páez, uno de mis cantantes favoritos, este mensaje en una de sus líricas. Y es que hoy que continué con la disciplina de subir loma, me apunté a un reto mucho mayor: Alcanzar el Cerro de las Tres Cruces y fue ahí cuando supe lo difícil que es el trasegar hasta llegar a la meta.
Calor, transpiración a chorros, sed, dolores en las articulaciones y uno que otro achaque , fueron los síntomas en ese andar por el trecho que termina en ese hermoso paraje en donde la religión y la naturaleza se fusionan. Sin embargo contemplar la tranquilidad, disfrutar del silencio, la paz y observar como planean algunas aves aprovechando la brisa de las diez, fue un espectáculo para los sentidos. Percatarse de la belleza de colores en las alas de algunas mariposas, escuchar el trinar de los pájaros y encontrarse con amigos de antaño, como diría un eslogan: " No tiene precio".
Por tal razón invito a quienes les interesa estas actividades que suban a este lugar , que es uno que simboliza a nuestra ciudad, ¡Oíste ve!
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