22 enero, 2013

LEO PARA ENTENDER EL MUNDO.



Leer, al igual que escribir, sirve para  entender  el mundo que  habitamos. Por eso para  mí es  importante tener  constantemente un libro en la  cabeza.  Por esta  temporada estoy leyendo " La  Ley de la  ferocidad del escritor  argentino Pablo Ramos. 

El personaje principal se  llama  Gabriel y me encanta  porque al convertirse en un  narrador  intradiegético en primera persona, ( es decir que él se  incluye en el relato), nos  revela todas  las perversiones que circundan por su cabeza. Él es un tipo  adinerado, y para  los demás  es un tipo  exitoso. Sin embargo en reiteradas  ocasiones él mismo despotrica de  su  condición, aclarando que todo su emporio lo ha construido como una  venganza  hacia  su padre. 

Existen  varios capítulos en donde el tono del  personaje  destila  veneno. La  novela inicia con un evento  crucial. El velorio de la muerte del padre  de Gabriel. Ese  escenario es la  plataforma para que desfilen la  familia del protagonista, el señor  Traum, encargado de  que todo salga bien en la  funeraria, la azafata con quien Gabriel tiene una aventura  sexual, pero el espacio se  esparce por Buenos Aires  y varias avenidas  de Avellaneda, lugares en  que aquel millonario se desplaza ,en ocasiones con cierta  torpeza, debido a su  acrecentado alcoholismo.

Esta  es ante  todo una  novela urbana que representa  el vacío existencial de un  personaje que se siente  agobiado de  ser quien es y que decide contar  su historia gracias  a la máquina  de escribir que rescata de las pertenencias  de su abuelo. 

De esta obra me  gusta como el autor nos transporta en el tiempo y nos promete que  en el presente ya no es el mismo,  pista que nos incita a  devorarnos el texto por completo. De igual manera se nota  el  trabajo del lenguaje, de la  construcción de unas  frases que sirven como  bomba Molotov para descargar esa  rabia del  narrador,  que uno como lector percibe. Cada descripción de los espacios es como un  cuadro  o una fotografía que nos permite imaginarnos como olerían las fragancias de aquellos lugares u otear cada elemento que hace parte de la escenografía.  

Definitivamente es un libro  para degustar como un buen vino o como una deliciosa  pasta.  Bon apetite.

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