En la cabeza de un escritor siempre se están maquinando historias. Supongo que como en la de un músico cada sonido de la naturaleza se convierte después en melodía. Para mí las personas que conozco, sus dichos, el tono sarcástico con que dicen lo que realmente quieren comunicar, las frases fuera de contexto o de cierta manera situaciones absurdas de la cotidianidad se convierten en el caldo de cultivo para narrar.
Después se desencadenan un sinnúmero de aspectos que uno almacena en la mente como son: las lecturas, las películas, los cuadros, las fotografías y las obras de teatro que sirven como referentes para afianzarse en el proceso creativo. Pero jamás alcanzarán el nivel emocional que logra una experiencia vivida .
Sin embargo no quiero decir con esto que para escribir una novela de asesinatos en serie, deba yo matar a alguien para expresar mejor esa sensación. Aunque tampoco se trata de describir tal cual los hechos ocurrieron, así se trate de la crónica que aunque se base en hechos reales debe existir la recreación de los sucesos.
Para mí, que tengo tan mala memoria, y que suelo ser despistado, al narrar una anécdota del pasado suelo incurrir más en la ficción que en el realidad. De ahí que si antes pensaba que la pared de tal casa era de color rojo, con los años puede transformarse en rosado, como si la intemperie calara también en los recuerdos.
Ahora, para no salirme de la línea que me he planteado. ¿A quién no le han montado cachos? y la mejor manera de vengarse es escribiendo un cuento o por qué no una novela. O aquellos autores que padecieron los campos de concentración y que utilizaron el lenguaje no solo como un testimonio sino como terapia.
De todas maneras eso no garantiza que por más apasionado que parezca el relato esté bien narrado, de ahí que el autor tenga que recurrir a las técnicas para aprovechar esa anécdota y convertirla en un texto apasionante y de interés para una buena cantidad de lectores. O peor aún que el autor quiera calcar un acontecimiento de su vida a los lineamientos de la fantasía sin depurar, perdiendo verosimilitud. Y la peor respuesta que podría dar sería:
" pero como no va a ser creíble si eso me ocurrió".
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