Después de un prolongado descanso la sangre palpita y pide acción. Definitivamente la obsesión por contar una historia motiva abandonar mi postura cómoda para transformarme en un águila que planea por los cielos de una urbe hostil intentando cazar una noticia.
Es desde esa mirada que se me ocurre proponer temas a una prestigiosa revista para salir con grabadora en mano a indagar acerca de un tema que preocupa a la ciudad.
Ahora esas historias circundan mi cabeza como aves de rapiña. De ahora en adelante dependo de mi olfato periodístico para escudriñar hasta establecer un riguroso trabajo de campo y de ahí apropiarme de mi dominio narrativo para cautivar al editor y posteriormente al lector.
Definitivamente tengo que aceptarlo, no sé hacer nada más en la vida, ésta es mi vocación y no me da pena expresarlo.
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