Antonio ( Joaquín) García Ángel, es una de las futuras promesas de la literatura colombiana, aunque nació en Cali en 1972, desde los dieciocho años partió hacia Bogotá, en donde estudió Literatura y Comunicación Social en la Universidad Javeriana, ha desempeñado diferentes roles en su vida como han sido la de profesor universitario, documentalista y presentador de televisión.
Su primera novela es una historia policial llamada “SU CASA ES MI CASA” que mezcla las vivencias de un universitario de aproximadamente veinte años conocido como Martín Garrido, quien al trastearse a su nuevo apartamento, recibe unos mensajes dirigidos a su antiguo inquilino, induciéndolo a encontrar su paradero, generando un sinnúmero de aventuras que desencadenan en una historia de suspenso y acción que mantiene la tensión del lector de principio a fin.
Actualmente escribe una columna en la revista SOHO, denominada “el erizo” y acaba de culminar su segunda novela que se publicará en el mes de Septiembre, gracias a la beca que ganó por el premio Iniciativa Artística Rolex para Mentores y Discípulo, en donde tuvo como tutor a Mario Vargas Llosa.
Todo comenzó en el instante en que me lo encontré en los pasillos de una clínica de la ciudad de Cali, al verlo lo reconocí de inmediato, con esa figura escuálida y esa sonrisa constante que le daban un aspecto de eterno adolescente. Cuando lo abordé, le recordé el momento en que nos habíamos visto por primera vez, (una charla que tuvimos cuando hacía mis prácticas en una emisora de la ciudad, alrededor de unos cinco años atrás), su mente divagó por los recovecos de su memoria hasta naufragar en el olvido, lo que confirmó con la pregunta, ¿me recuerda su nombre?.
Me presenté de una manera rápida a la vez que anotaba sus datos, él se despidió de una manera amable y todo quedó en el intento de una futura llamada telefónica.
Al otro día en la mañana opté por llamarlo para separar una cita con el objetivo de hacerle una entrevista, accedió sin vacilar, a pesar de tener un itinerario ocupado por cuestiones personales.
Después de varias llamadas cuadramos que nos veríamos a las once de la mañana del día siguiente en el apartamento de sus padres al sur de la ciudad.
Ya faltaban diez para las once y el taxi dio con la dirección con gran facilidad, que por mi pésimo sentido de ubicación hubiera demorado unos cientos de minutos más. Hacía un calor infernal en la calle, situación que mejoró al ingresar al apartamento, Antonio me recibió con una hospitalidad como de un amigo que no ve en años. Vestía una camiseta roja tipo Polo y unos Jeans, maximizando esa imagen juvenil que lo caracteriza, me ofreció un jugo de maracuyá, que me sirvió una joven de aspecto tímido, envuelta en una bata color pastel que desapareció raudamente. Inicié por explicarle la manera en como iba a abordar la entrevista y a raíz de un problema técnico tuve que desistir de la grabadora para armarme de una pequeña libreta y un esfero para anotar cada ráfaga de frases que pronunciaban sus enjutos labios. Nos sentamos en una sala con unos muebles de color baige al estilo Luis XV, en donde se respiraba un ambiente de orden y aseo total, todo colocado en su respectivo sitio de una manera impecable.
Influencias literarias
Al momento de esbozar su primera palabra, Antonio mira hacia el infinito y se transporta en el tiempo desde que tenía seis años donde ya leía Relato de un Náufrago de Gabriel García Márquez, Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, La isla del Tesoro, de Robert L. Stevenson y confiesa que aunque no le iba mal en materias como matemáticas o ciencias, siempre fue reconocido como bueno en áreas relacionadas con la narración. “ En el colegio adaptaba obras de teatro y con un amigo Beto Correa, nos bautizamos Bonnie and Clayde, hasta después conocer que se trataba de una pareja de hombre y mujer”. expresa enseñando una sonrisa pícara, mientras observa como ingiero un pequeño sorbo del delicioso cítrico. Como muchos escritores cuando están en la búsqueda de su propio estilo, imitan a sus autores preferidos, Antonio tomó como modelos a Daniel Samper Pizano, Graham Greene, Andrés Caicedo, Henry Miller, entre otros. Sin embargo no olvida que siempre tuvo Biblioteca en su casa paterna en donde leyó obras de Nietzshe, hasta libros con temáticas de testimonioos de guerrilleros sandinistas, nicaragüenses y cubanos, pero la que está esperando, así sea por herencia es una enciclopedia Larousse que disfrutó con gran pasión en su época adolescente.
Traslado a Bogotá
Cuando terminó el bachillerato en el colegio Berchmans, decidió que quería radicarse en Bogotá, porque la mayoría de sus amigos estaban allá, igualmente quería estudiar literatura, pero su padre se resistió a la idea, así que para lograr el apoyo ( tanto económico, como moral) de su familia, les propuso que iba a estudiar Comunicación Social.
Ya en la capital se matriculó en la Universidad Javeriana, motivado también por la idea de que en ese lugar estaban ubicados los medios de comunicación más importantes del país. “ Yo entré a Comunicación para escribir en prensa”, expresó de una manera tajante, mientras inyectaba una mirada directa hacia mis pupilas. Posteriormente se matricularía en Literatura en la misma álma mater, estudiando las dos carreras al tiempo.
Su primera novela
Antonio demoró alrededor de cinco años escribiendo “ SU CASA ES MICASA”, debido a que él quería contar una historia policíaca que fuera verosímil, por eso se dio a la tarea de investigar a fondo sobre el tema leyendo las obras de Rymond Thornton Chandler, como fueron : El sueño eterno (1939) , Adiós Muñeca ( 1940), entre otras . Sin embargo hacer una novela policíaca a la norteamericana no funcionaba, así que recurrió a la literatura del novelista español Manuel Vásquez Montalbán con obras de un ciclo de novela policíaca que protagoniza el detective Pepe Carvalho entre las que se encuentran: Yo maté a Kennedy (1972), Tatuaje ( 1974), La soledad del manager ( 1977), Los mares del Sur ( 1979) y Asesinato en el comité Central ( 1981), entre otras.”
“ Mi proceso ha sido de academia y fue muy clásica y de Canon”, expresa este joven escritor que maneja un lenguaje fresco y hasta divertido en su estilo narrativo.
En ese instante su hermano interrumpe la entrevista para informarle que tienen que partir.
Yo me apresuro a cerrar la charla con el tema de mayor interés.
Beca con Vargas Llosa
El premio que ganó García Ángel, se llama Mentor and Protege Arts Initiative de Rolex, (Iniciativa Artística Rolex para Mentores y Discípulo) que consiste en una beca para escribir una novela en donde el panel seleccionador está conformado por : Patricia Cepeda, Santiago Gamboa, Alberto Fuguet, Jorge Volpi y Jorge Herralde.
“Primero fueron unos treinta candidatos, que después se disminuyeron a seis para posteriormente seleccionar tres y de esos Vargas Llosa me escogió a mí.”
Lo que siguió fue un año de rotundo trabajo, de lo cual su protagonista expresa “El proceso inició en abril de 2004 y culminó en Diciembre de 2005. En donde al principio le enviaba por mails los progresos semanales, mientras que él me llamaba los domingos. Cuando estábamos en la misma ciudad yo debía llegar a su casa con lo que hubiera adelantado del día anterior, estas reuniones se realizaban todos lo días durante una semana. “
Se toma una pausa para complementar el relato contando las diferentes citas que tuvo con quien él denomina un tigre en el tema “La primera fue en Londres a principios de mayo de 2004, en donde no tenía ni una sola página escrita, posteriormente fue en Octubre en París cuando ya iba por la cuartilla 106, después en Lima en Enero de 2005 cuando ya estaba en la 197, el encuentro en Madrid se realizó cuando bordeaba la 300, hasta regresar de nuevo a Londres donde Mario releyó la novela completa para darme sus impresiones de cada capítulo.
Observo un gesto de preocupación en su rostro, por ende decido desenfundar mi cámara a la vez que buscaba el lugar indicado para oprimir el obturador.
Opto por apurarme a terminar de ingerir el refresco, para posteriormente despedirme con una tendida de mano firme. Abro la puerta y siento como el sol abre sus cálidos brazos para recibirme, cada vez que me voy alejando siento como se va despojando de mí esa frescura que arropaba el apartamento. En ese momento lo único caliente que quería tener era su última novela impresa en mis manos para devorarla como el almuerzo que después engullí esa tarde sabatina.