Después de ser vendedor de juguetería en una Feria del Hogar, de colaborar en logística en varios conciertos en la ciudad, ser docente en varios institutos técnicos especializados en comunicación, ser periodista cultural y libretista de un programa de televisión dirigido a la comunidad LGBT de la Sultana del Valle, entre muchas otras labores, hoy me encuentro realizando una de mis favoritas.
Estoy como encargado de la Biblioteca de la Comuna 2, más exactamente del barrio “ La Campiña”. Mi misión aquí consiste en hacerle un reemplazo temporal a la persona responsable de este espacio. Mi labor se restringe a ofrecerles un impecable servicio a las personas que visitan este recinto y apoyar a los jóvenes en la investigación de sus tareas.
Debido a que esta temporada navideña los chicos no asisten en manada al lugar, yo aprovecho para enterarme de todo lo ocurrido en las noticias y los textos literarios y culturales que me ofrece la Banda Ancha de la Biblioteca.
En este instante acaban de ingresar tres infantas con el deseo de leer algún cuento infantil, así que aprovecho para que ellas escojan uno en común y poderles leerles en voz alta y así terminar en un taller más dinámico.
El cuento consistía en un dragón que experimentaba un sinnúmero de situaciones en Navidad. Posteriormente se unió un compañerito más al clan, al final ellos dibujaron y otros utilizaron su imaginación para realizar un improvisado origami, todo dio final al sonar el timbre y así mismo la mañana para alistarme para ir a almorzar.
Esta es una de las colaboraciones que me han generado más placer, porque incentivar la lectura es uno de los actos más nobles del ser humano, creo que estoy sembrando un lugar en el cielo, por lo menos de los intelectuales, creo yo.
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