Me considero una persona afortunada. Estoy enamorado y además soy correspondido. La mujer que me acompaña en estos momentos es hermosa, trabajadora y comprometida con la relación.
Sin embargo en muchas ocasiones me pregunto en qué consiste eso del amor. Algunos afirman que la atracción se da de manera primitiva, que es solo cuestión de feromonas, otros le han dado un sentido más místico y relacionan su contacto con la alineación de los planetas y demás sortilegios.
Si me preguntan yo me iría por la primera opción, pero también argumentaría que para mantener ese sentimiento durante mucho años hay que despojarse de lo instintivo y desarrollar una capacidad racional.
Con esto quiero decir que el amor como se conoce con esa mirada rosa en donde todo es felicidad hace parte de una de las primeras etapas. Si uno quiere conservar ese idilio debe trabajar duro. Y si querido lector, cuando me refiero a trabajar duro es al laburo, de ahí que escuchemos los refranes populares que dicen: " Cuando el hambre entra por la puerta, el amor sale por la ventana".
Sin embargo eso no es suficiente. Y con ésto no pretendo que me consideren un gurú en la materia. Pero la experiencia me ha enseñado que una relación es de dos, bueno pueden existir tríos pero éste no es el caso, que una de las reglas fundamentales es el respeto anudada de la confianza, que antes de levantar la voz, o en su defecto una mano, se debe entablar un diálogo con el otro y tratar de entenderlo, escucharlo e intentar ponerse en sus zapatos. No quiero plantear que sea fácil, que existen instantes en que el egoísmo tienta a ese espíritu filántropo a desistir, que en ocasiones solo piensas en suplir tus necesidades, tanto afectivas como corporales, y que es ahí cuando se empieza a perder el mérito.
En conclusión si uno ama de verdad debe dar todo, entregarse con las entrañas sin esperar nada a cambio. Por eso reitero:
" Soy un afortunado".
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