12 febrero, 2013

EL SUICIDIO DE LA PALABRA


He estado en silencio. Las palabras han estado esquivas tras tomar la  decisión de  escribir  una crónica acerca  del suicidio.

La idea asomó  a mi mente tras  escuchar  los casos de cuatro personas que se lanzaron de varios  edificios en la  ciudad en menos de quince días a comienzos de este año. La idea se la  ofrecí al editor de una revista que me motivó a realizar la  investigación. 

Por estos días  he alternado mis clases de  comunicación  con encuentros con mis  colegas, que me  han dado  pistas para seguir en la  investigación. 

Confieso que  tuve la  intención  de  hablar con los familiares de aquellos que decidieron quitarse la  vida, pero hasta el momento ha sido  imposible contactarlos, o al menos que  me den  declaraciones. 

Por el momento solo he  tenido la oportunidad  de  entrevistar  a una  fuente, que  por cierto me  dio información  muy  valiosa del primer  caso, mientras el resto lo he  sacado de textos  de alguna  biblioteca o de la red.

Hasta  ahora hemos llegado a un cuestionamiento con un amigo de un prestigioso medio de la ciudad:  un  suicida es muy  valiente al tener  los  cojones de lanzarse desde un sépitmo o noveno piso o por el contrario es muy cobarde?

Ser o no ser... esa es la  cuestión.

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