Toda esta historia se genera
a través de un correo electrónico. En él se informaba que desde el Ministerio
de Cultura se iba a crear un nuevo programa radial que se especializaría en la
conmemoración del Año Rufino José Cuervo. Pedían la recomendación de un
estudiante o un profesor de la Maestría en Escrituras Creativas de la
Universidad Nacional. Por esos momentos estaba en el proceso de mi tesis, una
novela, y mi tutor era el escritor paisa Juan Diego Mejía. Él de manera muy
amable me recomendó. Entre mis funciones estaba escribir 17 libretos, 34
píldoras y realizar entrevistas con sus respectivos testimonios.
Recuerdo que al inicio envié
unas pruebas con textos muy cortos. Después tuve la oportunidad de comunicarme
telefónicamente con la persona encargada del proyecto y a los días nos
conocimos en su oficina. Confieso que tuve que tener mucha paciencia. Porque
aunque en el correo decía que el proyecto iniciaba en el mes de junio fue hasta
septiembre que empecé a ver luz verde. Durante ese tiempo me sumergí en la
biblioteca de la Universidad Nacional a investigar, porque debo confesar que
mis conocimientos acerca del tema eran incipientes.
El primer reto fue realizar
un programa piloto en tiempo record. Para ello ya había creado una estructura
del programa que debía durar alrededor de
veinticinco minutos al aire. Allí había escrito algunas propuestas para
las secciones del programa en las que algunas se cambiaron y otras se complementaron con comentarios de
Jenny Alexandra Rodríguez, asistente de la Oficina del Libro y la cabeza del
proyecto. Fue en ese primer programa que conocí a Héctor Delgado, un joven con
una característica especial, su cabello es muy similar al del pibe Valderrama,
sólo que desprovisto del incandescente color del astro del balompié. Él tendría
la responsabilidad de encargarse de la fase digital del proyecto al
promocionarlo por el Faceboook, el Twitter y los chats, pero por casualidades
de la vida, también se ofreció a ser la voz masculina del proyecto.
Meses después, al salir de
un Coloquio en el Gimnasio Moderno, me enteré que al equipo iba a ingresar un
nuevo integrante. Se trataba de la persona que iba a armar todo para que con la
magia de la música, los efectos de sonido le daría vida a lo que después iba a
denominarse Palabra de Cuervo. Su nombre Víctor Ogliastri, un hombre de mediana
estatura, contextura delgada y acentuada calvicie. Los cuatro: Jenny, Héctor,
Víctor y yo nos reunimos un viernes en la mañana en el Ministerio de Cultura
para aterrizar el proyecto e iniciar con el trabajo de campo. ( Continuará)
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