Hace unos años, cuando viví
en Bogotá, tuve la oportunidad de
conocer al escritor paisa Tomás González. En la Maestría tuvimos la fortuna de entablar un diálogo con algunos autores.
Entre ellos estuvo ese hombre de complexión recia, seco de carnes y enjuto de rostro; de mirada tranquila,
hablar sosegado y timidez apabullante .
En esa ocasión debatimos acerca de “Abraham
entre bandidos” obra que acababa de
publicar por aquel entonces.
Un año después leí algunas
entrevistas suyas en algunos suplementos culturales, de igual manera vi en televisión que se interesaban en su obra,
específicamente en “La Luz difícil”. Sabía que le molestaba el proceso de promoción, de mostrarse como un animal
exótico en el zoólogico.
Esperé que bajara la marea y ahora que está recién publicada “
Temporal” me encontré en una pequeña
biblioteca comunitaria La penúltima novela de este tesoro de la
literatura.
“La luz difícil” está
narrada desde la mirada de David un hombre sexagenario que a raíz de un problema
en la vista ha tenido que reemplazar el
trabajo con los lienzos, el olor a trementina y al óleo por la escritura. En
esta novela el tiempo es un elemento esencial, debido a que el narrador nos
revela que Sara ,su esposa, fallece. Sin embargo nos mantiene atentos al
desenlace de Jacobo, el hijo que tras un
accidente de tránsito vive sumido en un suplicio que de
igual manera afecta la tranquilidad de la familia.
Pablo es el hermano
entregado. Se metió al gimnasio, y con los años se convirtió en un toro, con el propósito de cargar con el pesado cuerpo de Jacobo, también aprendió a hacerle los masajes para menguar sus etapas de crisis. Arturo es más desprendido, él decidió , después de terminar el bachillerato, tomarse un año libre y se fue a Machu Picchu, a Tailandia y a otros sitios. A su regreso viajó con un grupo de rock por Estados Unidos. Sin embargo su energía la enfoca en su relación con Ámbar, su novia.
Cada personaje tiene relación con la tragedia que enluta a esta familia, con el dolor, con la zozobra, por tal razón no encontramos en esta obra una narración trepidante, sino por el contrario pausada, como si se rumiara cada palabra o si cada frase fuera resultado de la depuración.
David nos sumerge en un recorrido por diversos parajes de Estados Unidos: Central Park, Staten Island, Brooklyn, Nueva Jersey, entre otras los cuales los alterna con espacios tan nuestros como Cali, Bogotá, Medellín, o la Mesa y Cachipay.
De igual manera nos lleva de la mano por diversas etapas del personaje utilizando la técnica del flashback. Es así como enteramos que tiene un antepasado escritor, de su efímero pero profundo encuentro con Anthony, aquel viajero que se encarga de comprar y vender acetatos de los Rolling Stones y demás agrupaciones musicales, de una complicidad casi paternal con Ángela , la encargada de hacer el oficio en su residencia, y del respeto y la admiración que siente por Sara.
Ésta es una novela a la que uno como lector termina conmovido. Pero lo mejor de todo complacido.
Anhelo volver a encontrarme con Tomás y así escuchar lo que todo escritor desea: que hablen de su obra.
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