A Julián Malatesta confieso que
no lo he leído. Sabía de él por un fugaz encuentro que tuvimos hace muchos años, al acompañar a dos colegas que fungían como periodistas del
periódico LA PALABRA. La intención en esa ocasión era entrevistar al poeta
Juan Manuel Roca,(estos dos titanes de las letras han mantenido una estrecha
amistad durante años). No recuerdo cuanto tiempo ha transcurrido desde ese
acontecimiento, pero después de el reencuentro que tuvimos ayer en Sábados Literarios con el
actual director de la facultad de literatura de la Universidad del Valle, me
motivó a escribir una breve crónica acerca de este
misterioso ser que se mueve entre las
sombras de la intelectualidad y el esoterismo.
Eran eso de las cuatro de la tarde cuando arribé a uno de los apartamentos del primer piso del edificio
LOS MONTES al oeste de la ciudad. Ahí estaba Malatesta rodeado
de aquellos que se dan cita cada fin de semana para tertuliar. Opté por saludar a cada uno y
me senté en una silla ubicada de manera diagonal al invitado.
Desde esa perspectiva apreciaba a un hombre cercano a los sesenta años, cabello ondulado
cenizo y esponjado como si fuera la cabeza de una ceiba ambulante, un
bigote espeso entre blanco y gris que
por instantes me evocaba la imagen de un
Charly García tropical, pero que al incluirle su nariz aguileña se me asemejaba más a la de un 'Gabo'
anidado por una urbe amante de la salsa y permeada por el narcotráfico. Llevaba una camisa
blanca por fuera, parecida a una guayabera, unos jeans, unas medias azul agua
marina y unos zapatos de gamuza con un azul más oscuro, supongo que
turquí quien siempre tomó la postura de las piernas
cruzadas. Hasta ese instante Danilo, líder del grupo,decidió tomar el papel de
moderador avasallando al artista con diversas preguntas.
Malatesta se veía cómodo, y a cada inquietud
desenvainaba una respuesta como un personaje de Western que tiene la rapidez
mental para disparar con la palabra. Lo
importante fue que no se cohibió. Confesó qué a la hora de escribir era el más irresponsable de todos
sus amigos, debido a que no tenía modelos
prefabricados, su única técnica consistía en encontrar la primera
frase. Por cierto narró una anécdota que nos produjo gracia. Para la novela que está trabajando utilizó la frase: ' el que le toque el culo a mi mamá lo mato' y de ahí ha seguido trabajando y
explicó que todavía no sabe si esa frase
quedará consignada, pero le ha funcionado como Leiv Motiv.
De igual manera nos contó de su inmersión en el bajo mundo al
caminar una madrugada por las calles del centro de Cali. Alcanzó a ver a un hombre que se acercaba con firmes
intenciones de atracarlo, así que cuando lo tuvo cerca, el poeta en su astucia, se le
avalanzó al presunto ladrón y le dijo: ' negro
querido vení te invito a comer un chorizo'. Al rato aquel ser le
respondió en su lenguaje lunfardo que el artista se había salvado por ser noble e
invitó al poeta a
visitar su casa en una ' olla' por allá cerca de la diez.
Malatesta aceptó y con el tiempo se hicieron grandes amigos. Lo más importante de esa
experiencia es que el académico aprendió que a pesar del ambiente
hostil que se vive en ese mundo, que Malatesta calificó de ' infierno', también se descubren valores
como la humildad, nobleza e integridad.
Posteriormente la charla
se tornó todavía más interesante cuando nos habló de que los escritores de
ahora solo se preocupan por entregar los bocetos y no la obra completa. Con
ello me hizo reflexionar acerca de la presión que existe por parte de
algunas editoriales para que sus autores publiquen a como de lugar. Y la
conclusión a la que llegué es que en estos tiempos
impera más el afán de popularidad
que profundizar en los conflictos de una sociedad y del ser humano.Por
tal razón hay que acercarse a obras de autores como Cervantes, Shakespeare y Joyce, quienes
bucearon en esas aguas y no navergaron en la superficialidad de la anécdota. Por otra parte me
llamó la atención que defendiera la obra de Paulo Coelho al
igual que la saga de Harry Potter y también recordó que, en uno de sus viajes
al exterior, terminó defendiendo a los narcos y se sintió supremamamente patriota y
le agradece a ellos porque trajeron la inversión para los centros
comerciales , agregó que es allí donde prevalece nuestra
doble moral al señalarlos cuando nosotros también , de manera directa o
indirecta, hemos comido del pastel. Sin
embargo lo que me dejó sin pestañear los oídos, más que su postura política, fueron sus relatos
con sus coqueteos, si se le puede llamar así, con el esoterismo. Podría asegurar que cuando
explicó que se debía cruzar las piernas
porque era peligroso por las entidades que él aseguraba estaban
presentes allí, creo que muchos
pensamos en hacerlo. Fue en ese momento en que
Malatesta , a pesar de ser consciente de su poder para seducir con la
palabra, se transformó en una especie de Chamán quien tenía el poder de darnos las
claves para la vida y por qué no para encontrar la felicidad. Fue una llamada a su celular que irrumpió con el hechizo al que nos
tenía encantados.
Por último nos tomamos la protocolaria
foto y nos quedamos durante unos minutos
socializando la experiencia. Alguno se
atrevió a decir que Malatesta noveló su vida ante nosotros y
que a lo mejor ni se enteró. A mi mente llegó una frase que me quedó y con la cual me sentí completamente identificado y es que él se autodenominó como un muchacho en el
cuerpo de un viejo, así que todavía le faltaba muchas
experiencias por vivir. Para nuestra fortuna hay Malatesta para rato.
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