Querer escribir va muy relacionado con la lectura. En mi caso, que me considero un lector tardío, mis primeras influencias estuvieron, y no me da pena, vinculadas con la televisión. De ahí que me considere un lector cada vez más perezoso. Solo es que cierre los ojos, antes de dormir, para que un innumerable registro de imágenes atraviesen mi mente, como si compitieran en una autopista por ser la primera en llegar a mi cabeza.
Sin embargo, gracias a esa rapidez, he desarrollado la capacidad de crear frases cortas y con un sentido irónico que me ayudan de cierta manera a exorcizar los demonios que me acompañen en ese instante.
Después de escribir una novela. Proyecto que me obligó a tirar a la basura cientos de páginas, me he interesado por el ahorro de palabras y con ese lenguaje austero me he avocado a una técnica de expresión contundente.
Confieso que no soy un amante de la poesía. Pero ahora persigo más ese lenguaje lacónico que de pronto ahora bebe el Twitter. De todas maneras no dejaré la lectura como placer y continuaré en mis propias búsquedas.
Confieso que no soy un amante de la poesía. Pero ahora persigo más ese lenguaje lacónico que de pronto ahora bebe el Twitter. De todas maneras no dejaré la lectura como placer y continuaré en mis propias búsquedas.
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