Ayer visité a Salva, ( el amigo que me dota de un arsenal cinematográfico), para visionar alguna película. Cuando me encuentro con la sorpresa que había comprado hace un par de días una consola de un juego de vídeo, del cual yo sólo había tenido referencia a través de una publicidad en televisión.
Al inicio no niego que me aburrí, ( tomando en cuenta que nunca he sido muy asiduo a este tipo de diversión electrónica), pero al tomar el control en mis manos para tratar de simular el manejo de una raqueta de tenis, mi estado de ánimo se transformó en una euforia delirante hasta el punto de quedar exhausto, después de pasar a enfretarme con varios contrincantes en un ring de boxeo, en el cual tuve la suerte de recibir una medalla de bronce y un excelente puntaje. (Lo cierto es que hoy en la mañana amanecí con un prominente dolor en mis brazos).
Para los que no conocen Wii, es el nombre de la videoconsola de séptima generación de Nintendo, ( sucesora de Nintendo Game Cube), que tiene como elemento especial un control inalámbrico, parecido al de un televisor, que es capaz de detectar el movimiento y la rotación en un espacio de tres dimensiones. Éste además tiene la capacidad de detectar la distancia, altura, dirección y ángulos de inclinación, así como también incorpora un sistema de vibración y un minialtavoz.
En pocas palabras el éxito de esta consola es que uno como jugador interactúa de un manera virtual, con lo que se plantea en la pantalla del televisor, por ejemplo recuerdo mucho cuando tuve que tomar la pose para pegarle a la bola como si tuviera un bate de beisball o un palo de golf.
Mejor dicho, lo único que le puedo decir es que después de probarlo, usted no se querrá despegar de él. Eso se lo aseguro, tanto que desde este instante estoy cotizando para adquirir uno como regalo de Navidad.
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