Su nombre es Diego, pero en
Capurganá lo conocen como “El Gato Volador”. De complexión recia,
seco de carnes y enjuto de rostro, se
asemeja más a un pirata que un hidalgo que cabalga en su rocín, aunque sus ideas en ocasiones parezcan quijotescas.
Tiene la magia del encantador de
serpientes. Le gusta realizar varias
actividades a la vez y mientras
funge como mesero en un restaurante le explica a un turista extranjero
como las mujeres hablan el
portugués. Con un ademán exagerado y a
todo pulmón pronuncia: “ Eu quero una Coca- Cola estúpidamente gelada”. Al
final retumba una carcajada y concluye que le fascina ese idioma porque las
mujeres lo hablan cantando y bailando al mismo tiempo.
De madre francesa y padre
colombiano de origen español este trashumante es un ícono de la hibridación cultural. Aprendió a hablar inglés en el British Council de Bogotá por el simple capricho de
conquistar mujeres debido a que despreciaba esa lengua por la influencia de su
madre que le había enseñado que los americanos habían invadido a Francia en la
Segunda Guerra Mundial.
Después de vivir un tiempo en París, decidió regresar a
Bogotá en busca de una novia, pero no la
encontró, al tiempo se enteró que se había
radicado en Quito, Ecuador. Así
que tomó un vuelo y en el primer taxi que halló se dedicó a buscarla por toda
la ciudad hasta que dio con su paradero.
El idilio sólo les duró cuatro días, así
que a su regreso a la capital se
topó en un callejón con un aviso de Capurganá en una agencia de viajes. Decidió tomar rumbo hacia esa
región y fue tanto su amor por esta tierra paradisíaca que de los ocho días que
pensaba quedarse se transformaron en ocho años.
Entre su itinerario en la
región está limpiar las calles del
puerto, ofrecer la diversidad gastronómica a los turistas entre las que se
destaca, la arepa de huevo, la carimañola y la butifarra o como guía por las
diferentes rutas tanto selváticas, montañosas como marítimas del sector.
Se considera un blanco con
alma de negro. Mientras enseña su mirada
perdida hacia el firmamento evoca una anécdota: “ Mi
primera novia era negra de ojos
verdes, me acuerdo que mi padre,
que era un poco
racista, me dijo que si me casaba con ella me deseredaba así que tuve la
oportunidad de invitarla a una finca
en unas vacaciones y a los tres días,
cuando volví de darle
vuelta al ganado, encontré que mi
padre estaba muy tranquilo con mi novia y dijo que nos casáramos. Sin embargo
ese hecho nunca sucedió pero ver
ese cambio en él fue increíble. Y
esa es una de las razones por la que la
raza negra me atrae”.
Su trasegar por el planeta
lo ha complementado con lectura. Uno de
los libros que desde temprana edad le llamó la atención fue “El libro de
la Selva “ de Kipling. Posteriormente lo
impresionó “ El Principito” y en una temporada que se desempeñó como profesor
en la isla de San Andrés se enamoró de
Juan Salvador Gaviota. Después no volvió a coger un libro hasta que se encontró
con un texto revelador denominado “ Conversaciones con Dios” de Nale Donald Walsh.
Fue tanta su devoción por este material que lo considera La Biblia del siglo XXI.
Aunque no profesa ninguna
religión tiene claro su concepto de
espiritualidad, interrumpe unos minutos
para servir un tinto a un cliente
y a su regreso descarga un discurso
que podría aparecer en un manual para la vida: “Dios siempre será su
amigo y no tenemos que tener una imagen de él como un
viejo de barba y regañón buscando como juzgarlo a uno
para un
juicio final que no existe porque la vida no se
podrá terminar y por eso
Dios está en todas
partes y en toda parte
del mundo y el universo. Por qué , porque es la vida.
Lo único que le interesa a él es que todo el mundo haga, que sirva para
algo que sea bueno con su prójimo y no le preocupe ni el bien ni el mal esa es la perspectiva de ver los
momentos que tienen frente con la vida. Cuando algo no sale
bien simplemente es la oportunidad para crecer y para
ganar y la verdad uno nunca pierde ni
gana porque siempre el
perder es ganar, uno aprende
al perder, porque cuando a uno le
sale todo bien uno dice ah no soy
el rey, pero cuando le sale mal
¡Ay! Por qué a mí o esto o lo
otro… No ahondemos nunca en lo negativo
ni en la oscuridad. Siempre
busquemos lo positivo y la
luz. En lo más malo, en el
momento más oscuro siempre hay algo de
perfección y Dios te ama, tal y
como eres, así te hizo y la única idea
es que todos seamos cada vez mejores hasta llegar a ser magníficos y así
ser luz en el planeta y ser luz para todos y al mismo tiempo que todos aprendamos a ser maestros en
esta vida”.
Toma un respiro y
remata con estas palabras como balas de
una metralleta: “Que habrá un juicio
final, un padre amoroso que va a juzgar a un hijo, para qué y qué sentido tendría,
ese es un Dios inventado por el hombre para
manipular al hombre con una
palabra horrible que se llama
la culpa. El diablo no existe,
pero la culpa es el peor enemigo del
hombre”.
Me pide disculpas por
tenerse que retirar. No sin antes confesarme que en este lugar se ha re encontrado,
pero que por momentos también ha perdido su norte. Tras un “ Ciao bambino” en un italiano
fluído veo como se aleja esa figura escuálida en búsqueda de su futura
Dulcinea, mientras yo , como buen Sancho parafraseo en mi mente la frase: “perderse también es caminar”.