Si escribir es como transpirar,
de un mes para acá cambié la escritura por una verdadera sudoración: subir
loma. Todas las mañanas, a eso de las nueve, espero la llegada de un amigo que
funge como entrenador. La verdad ha servido como motivador para que no
desfallezca. De igual manera los constantes chequeos médicos han determinado
que ya no estoy en edad para comer lo que se me antoje. Me quitaron el azúcar,
los fritos y las harinas. Ahora debo ingerir más alimentos integrales, beber
mucha agua y comer más frutas y vegetales. Sin embargo me gustó más como me lo
dijo el médico: Hay que meterle más
pastico al cuerpo.
Ya no me siento a escribir esas
maratónicas jornadas que me dejaban exhausto. Tampoco he seguido descuidando mi
salud, como hice hasta el mes de diciembre, sino que trato de balancear el tiempo para hacer ejercicio, escribir y
leer menos tiempo y así poder disfrutar más con las personas que quiero.
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