Hoy me levanté temprano como todas las mañanas. En esta ocasión tenía en la cabeza una idea firme: Escribir. Ayer todo resultó positivo. Mi tutor no sólo hizo buenos comentarios de mi novela, sino que además se comprometió a trabajar conmigo para lograr mi meta: Llegar a ser declarada tesis meritoria.
Mientras espero a que el computador vaya cargando sus programas, abro la ventana. En el parque, que queda al frente de la casa, observo como un hombre se protege del frío bajo una carreta de madera arropado con una bolsa plástica. Algunas torcazas lo observan al tiempo que picotean en el prado para desayunar. El firmamento está opaco, sin rastro de un rayo de sol que aumente la temperatura en la capital. El tráfico de personas es reducido, contrario a los vehículos que transitan por el sector. Algunos niños caminan parsimoniosos con sus uniformes colegiales a cumplir con sus deber escolar. Mientras tanto me concentro para escribir la primera frase que me de el rumbo de esta nueva expedición.