Dos personajes se encuentran
en la cima de un edificio utilizando como pretexto acabar con sus vidas. Una
mujer tiene entre sus planes matar al perro de su marido con un cuchillo,
porque piensa que su esposo le pone más cuidado a él que a ella. Una joven planea
una cita a ciegas por medio del teléfono y a su vez experimenta su fantasía sexual
con el carnicero del barrio. Estas historias las podemos ver en “ANIMAL
TRISTE”, obra dirigida y escrita por el dramaturgo Diego Fernando Montoya y
representada por el grupo TEATRO del PRESAGIO.
Pedro tiene la plena
convicción de lanzarse para terminar con su vida. La razón es que a pesar de
tener una pareja y una familia, se siente solo. Allí se encuentra con Juan, un hombre
de treinta y cinco años quien le revela que lleva meses tratando de hacer lo
mismo, pero siempre se arrepiente. Los dos dialogan y a la vez discuten sobre
el tema del afecto. Para ellos dos el hecho que un par de hombres se
manifiesten su cariño a través de un abrazo o un beso es cosa de maricas. Al
final ambos abandonan sus prejuicios. Por otra parte María conversa con Simón
por teléfono. Él le promete ayudarla para que aparezca en la portada de una
revista de esas de mujeres semidesnudas y mientras habla con ella se masturba
al tiempo que al otro lado de la bocina la joven se excita, él siempre se
refugia en el auricular, se siente el rey en esos terrenos, debido al terror
que siente al dar la cara y no ser aceptado. Magdalena conversa con María, se
desahoga y le comenta sus planes para matar al perro de su marido. Mientras
tanto sueña con ser una mujer seductora, bailando al son de un tango. María
lucha con dejar a un lado esa imagen de mujer recatada que le han hecho creer,
por tal razón visita a Santiago, un hombre solitario que trabaja en una carnicería.
Él la toca, la toma entre sus brazos, la despoja de sus prendas más íntimas,
para mandarla de nuevo a la calle.
Todas estas historias no
están narradas de manera lineal, sino que juegan con el montaje
cinematográfico. Algunas son contadas de manera completa como la de María y
Simón al teléfono o la de María y Santiago, mientras que las de Juan y Pedro y
Magdalena y María están fragmentadas y se complementan entre sí. Por ejemplo es
casi al final que nos enteramos como espectadores que Pedro es el esposo de
Magdalena y que nos encontramos con un matrimonio infeliz.
Uno de los aspectos que más
me llamó la atención fue ese tono irónico con el que abordan el tema de la comunicación
y las relaciones humanas. Pero lo interesante aquí es la mirada. Esa desde la
que se narra los pensamientos más íntimos que por pudor probablemente ocultamos
ante los demás. Por la razón ésta es una pieza teatral que reflexiona sobre el
contacto con el otro. Vivimos en una sociedad consumista, y la tecnología hace
de las suyas para inventar cada artefacto que pretende facilitarnos la vida,
pero por el contrario nos está alejando más de la convivencia entre la comunidad
convirtiéndonos en seres egoístas y “cusumbo solos”.
Otro de los puntos que me interesó
fue la utilización de la música en vivo que le otorgó ese toque melancólico.
Ejecutando algunos instrumentos como el bajo, el órgano , el clarinete, la
trompeta y la batería e interpretando algunas piezas de Jazz y Blues, que
lograron darle ese ambiente urbano que requería la obra.
Termina la presentación y de
inmediato se abre el espacio para un foro. Es ahí donde escucho la postura de
los actores frente al proceso creativo, que por cierto revela que a Gonzalo
Basto, quien interpreta a Juan, se le hizo difícil aparentar los treinta y
cinco años del personaje, debido a que su apariencia es más juvenil. De igual
manera Diego Fernando Montoya, su director y dramaturgo responde a las inquietudes
del público de manera certera. Explica con precisión que sus obras se basan en
una exploración constante y que jamás trabaja un mensaje de manera explícita.
Salgo a tomar el transporte
que me regrese de nuevo a casa. Entre el ronroneo de los carros al pasar y la
gente amontonada para tomar el alimentador, me avasalla la letra de una canción
de Charly García: “ Veo tantas chicas
castradas / Y tantos tontos que al fin / Yo no sé si vivir tanto les cuesta /
Yo quiero ver muchos más / Delirantes por ahí / Bailando en una calle
cualquiera…”
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