11 marzo, 2013

Calicalabozo, un halo de nostalgia.



El Himno Nacional de Colombia hace su aparición. La melodía se propaga por el recinto. Varias flautas al unísono seducen a los espectadores quienes vislumbran a un grupo de personajes aperados de jeans y camisetas blancas quienes hacen sonar la protocolaria melodía. De ahí en adelante los diálogos y la destreza corporal de los actores nos sumergen en un universo en el que la irreverencia, el humor y el lenguaje procaz reflejan una de las etapas más conspicuas de nuestra existencia: la adolescencia.
Calicalabozo, es un montaje dirigido por Camilo Villamarín, basado en los cuentos de Andrés Caicedo, obra en donde se abordan temas como: la sexualidad, la frivolidad de la ciudad, el amor, el desamor, la muerte, entre otros.
El gordo, quien recorre la urbe inhóspita en su patineta, mantiene una relación oculta con un travesti, es aquel que en sus monólogos se rebela contra el stablishment y se burla de la prohibición que impone la autoridad escolar ante la masturbación. Su caracterización se acopla a su apodo debido al abdomen abultado, pero de igual manera refleja las pintas que asumen los muchachos hoy en día: cabeza rapada y una línea de cabello por la mitad, similar al de Mario Baracus, personaje de una serie ochentera que deleitó a mi generación y que el cine quiso rescatar sin ningún éxito; jeans al nivel de la cintura enseñando sus interiores y camiseta esqueleto blanca. Su lenguaje es el de la calle, el de la barriada, es el que prefiere ver viejas en pelota en una revista que leerse un libro, a diferencia de otro joven enjuto de rostro y vestido con suéter impecable quien defiende su devoción por Edgar Allan Poe. De ahí que su hombría quede en tela de juicio por coleccionar imágenes masculinas.

Ésta es una de las cuatro historias que, hilvanada con las demás, mantiene durante casi dos horas al espectador pegado a la butaca, debido a que es una puesta en escena que rompe con ese cliché de que Cali es solo Salsa y rumba.
Sin embargo quisiera acotar que no me gustó la interpretación que hizo la actriz que intentó caracterizar a un muchacho. La sentí forzada, rayando en la caricatura. Mientras que el reto fue para el actor que se metió en el pellejo de un travesti. Resalto la seriedad de este artista que demuestra en su formación un gran nivel de profesionalismo. Apoyado por las luces, éste  personaje, se torna oscuro, casi fantasmal y con su narración nos lleva de la mano por varios espacios de esta ciudad como: “LA GRUTA” por el que deambulan estos seres huyendo en algunas ocasiones de la tiranía de la autoridad, lo que le añade a este montaje una atmósfera más contemporánea.

Confieso, y no sé si esté incurriendo en una paradoja, que me hubiera encantado escuchar alguna canción de los Rolling Stones, de pronto una entrada con “PAINT IT BLACK” o en el intermedio un “START ME UP”. Pero sé que estas peticiones serían injustas con aquel que se emociona con un desfogue de timbales y una letra que pregone : “ Oigo una voz que te dice agúzate que te están velando…”
Se acaba la obra. Los actores deciden salir en reiteradas ocasiones para recibir los aplausos y la ovación no se hace esperar. A mí me transportó a esa época estudiantil, a las tardes en que al llegar a casa lanzaba lo más lejano posible el pesado morral para encender el equipo de sonido y desempolvar el Long Play de USE YOUR ILUSSION I de Gun`s An d Roses y escuchar a todo volumen los trepidantes acordes de Slash y los prolongados finales de un Axel Rose y su característico :“ YEAAAAAHHHH”.

01 marzo, 2013

LA DOCENCIA UN EJERCICIO QUE DEJA UN BUEN NIVEL INTELECTUAL


Soy  docente. Dicto  la materia  de  comunicación en  un instituto de carreras  técnicas. Confieso que  jamás he pasado por una universidad  para formarme como pedagogo. Todo mi bagaje en esa  disciplina  me la  ha  otorgado la experiencia.  He  desarrollado varias  fortalezas que  me han  sido de  gran  ayuda  para  la enseñanza. Una  de ellas  es el dominio  de  hablar  en público. 

Hace algunos años me inscribí a un taller  de  teatro. Allí me entregaron  herramientas para descubrir mi  presencia  escénica. Con ejercicios entendí el manejo de la  energía,  la  respiración y la  proyección de la voz. De igual manera aprendí a  relajarme , debido a mi  temperamento  impulsivo, y a disfrutar  el  contacto con el público, también por mi  acervada  timidez.

Gracias  a mi  labor  literaria  y periodística  le  tomé un gran aprecio a la lectura, de ahí que ese sea mi  pilar de fomento. Por tal razón  en cada  clase pretendo enamorar  a mis estudiantes  de los  libros, tal  cual como  lo hizo algún profesor conmigo.Y mis estrategias van desde plantear una clase  amena, hasta  darle  la  libertad  a la  persona que  guío,  que  escoja el texto de  su predilección. 


Mi  invitación  es para que despierten ese interés y al final del semestre se  vean los  frutos. Como  en todo algunos  le sacarán el jugo mientras que  otros solo se limiten a cumplir con un  programa.