Mimia era una mujer de baja estatura pero de gran carácter, detrás de su adusto rostro escondía un gran corazón, el cual entregaba a cada relación que iniciaba. Sus ojos resplandecientes poseían una mirada encantandora, sus pechos firmes recogían toda la energía que su amor podría transmitir.
Su cabello ensortijado de un color azabache, se bamboleaba con la suave brisa tropical, la cual jugueteaba en su delicada cabeza. Siempre mantenía una sonrisa en sus labios, prueba de la salud espiritual que manifestaba en su impecable dentadura. Su cuerpo era una sumatoria de medidas perfectas que se complementaban con un alma purificada.
MIMIA, era la encarnación de la belleza y por supuesto una tentación constante para todo aquel especímen del género masculino. Su esencia de alegría y jolglorio la hacía convertir en un imán que atraía todas las miradas.
A sus 31 años su vida amorosa se componía de tres novios oficiales y un matrimonio del cual ya se estaba despojando. Ocupaba el cargo de jefe de recursos humanos en una empresa importante de la ciudad de Bogotá. A pesar de vivir en la capital , su pensamiento se mantenía en Cali, debido a que allá había dejado a toda su familia, la cual se constituía de cinco tíos, su madre , su hermano y sus abuelos que eran su adoración.
Lo que no sabía era que en ese territorio, encontraría al amor de su vida.
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