Confieso que hace
rato no iba a teatro y me hacía falta. Por tal razón aproveché para asistir al estreno que tenía
preparado el teatro EL PRESAGIO
este fin de semana en la sala del Centro
Cultural Comfandi con su obra NEGRO.
Tomé un MIO para llegar a la cita con antelación. Sin embargo el tráfico los viernes se pone pesado. De todas maneras llegué a tiempo. Al ingresar recorrí una sala de espera rodeado de una exposición de porcelanicrón con personajes entrañables de los juegos de vídeo y de los cómics. Después me acerqué a uno de los líderes de la agrupación para saludar, mientras él le explicaba a una joven de logística sus respectivas funciones. Me alejé y decidí incorporarme en una de las sillas del recinto y para mi sorpresa me re encontré con mi profesora de teatro de un taller que cursé hace unos años. A medida que iban pasando los minutos el lugar se atestó de una cantidad considerable de asistentes, entre ellos vi a la directora del Teatro La Máscara, el de Cali Teatro y algunos actores de Esquina Latina, lo que me sugirió que éste no solo era una función para el público en general, sino también para los colegas. Buen punto porque ese es el camino para que el gremio se apoye dejando a un lado el roce de egos.
Mi figura de voluntario me exige que tengo que ingresar al
final, por suerte mi profe me había
guardado puesto. Por entre un pasillo aparece
un hombre con corte al ras y una voz cavernosa, es el
director, que agradece por la numerosa
asistencia y por ende introduce una corta explicación de la creación de la obra. La luces se
apagan y arranca la función.
Monólogos desgarradores, puesta
en escena minimalista: sólo un fondo negro, una hilera de zapatos colgados en la tramoya y un lazo que
amarra a un hombre privado de la libertad
que destila veneno en el proscenio
y la crueldad vista desde la tortura y
la injusticia social son el abrebocas de una obra de crítica política, que se me asemeja a algunas propuestas de
antaño del Teatro Experimental de
Cali.
El trabajo corporal de los actores es impecable. Los personajes se desploman en las tablas de manera sutil, a medida que se dejan llevar por la cadencia de la música como la corriente de un río. Sin embargo encuentro que en algunos ocasiones a algunos interpretes la proyección de la voz no la emiten desde el plexo solar sino de la garganta, lo cual genera que se escuche forzada por ende produce que la música que está de fondo opaque sus repertorios y dificulte su entendimiento.
Me parece interesante la propuesta de retomar el caso del desplazado de raza negra que por desespero decide tomarse una Red de Solidaridad empuñando un cuchillo debido al desespero al no recibir un respaldo por parte del gobierno. Los medios lo trataron como un terrorista, como un paria, todo por el hecho de ser negro y pobre.
"Treinta y dos cuerpos decapitados, con las manos atadas con alambre, sin ninguna historia, son una imagen pornográfica, es decir, equivalente a lo pornográfico en la incapacidad de suscitar reflexión: suscita un impulso animal de miedo y de repulsa, nada más. Ni siquiera sabemos quién mató esos cuerpos, si los unos o los otro la imagen es igual". Cito aquí a Héctor Abad Faciolince con el fragmento de este texto que escribió para un foro organizado por la extinta NÚMERO en el marco de la Feria Internacional de Bogotá del 2001 que se denominó: “ El país de los medios de comunicación”. En él Abad critica la superficialidad con que algunos noticieros de televisión presentan su información.
Avalo el compromiso social que ha adoptado EL PRESAGIO con NEGRO al ser contestatario y denunciar este tipo de mensajes que narran desde la voz de las víctimas la dura situación de violencia de la que se ven abocados tanto los desplazados, los campesinos y todos aquellos que por su condición de marginalidad tienen que sucumbir a ser devorados por el pez grande.
Con esta producción escénica
se suscita que el panorama se ve NEGRO y que el cambio no depende de los gobernantes sino
de nosotros mismos. Por esa razón hay que apostarle al arte, a la educación y obvio al teatro.